La verdad tiene una forma peculiar de hacerse conocer. A veces, nos golpea con fuerza, como un tren de carga, y otras veces, es tan suave como una pluma. Así es la verdad de Cristo. Mi encuentro inicial con ella fue como el roce de una pluma, tan delicado que apenas lo reconocí como Cristo llamándome a Él.
"Conocerán la verdad y la verdad los hará libres". Estas palabras adornaban la entrada del edificio de la Unión de Estudiantes en la Universidad de Texas en Austin, donde cursé mis estudios. Las leí repetidamente a lo largo de los años sin detenerme a reflexionar sobre su origen. Presumí que eran creación de algún filósofo perspicaz. Lleno de lo que percibía como verdad, no sentí la necesidad de más iluminación. Creía poseer respuestas a las preguntas más profundas de la vida y estaba ansioso por compartirlas sin solicitud. Años después, la realidad intervino. Como padre soltero de un niño vulnerable de dos años, abandonado por su madre, Dios intervino. Ya no era un susurro suave, sino que desató toda la fuerza del Espíritu Santo, similar a un tren de carga que se dirigía hacia mí. Su intervención vino a través del Pastor Phil Landrum de la Iglesia Cristiana del Suroeste, portador de la Buena Nueva. Fue en 1981, durante las primeras horas de un sábado por la mañana, cuando Phil recibió una llamada angustiada de mí, un joven de 24 años en desesperada necesidad de Jesús. En los meses previos a este momento crucial, había sido evangelizado por Neal Johnson, mi jefe, y había llegado a reconocer mi necesidad de Jesús. Dios envió a Phil para guiarme en la aceptación de Jesucristo, iniciando un viaje de por vida de renunciar a mi propio poder, una fuerza similar a un huracán, a favor de una rendición más profunda al poder divino de Dios. A los judíos que habían creído en él, Jesús les dijo: “Si se mantienen fieles a mis enseñanzas, serán verdaderamente mis discípulos. Conocerán la verdad, y la verdad los hará libres” (Juan 8:31-32 NVI). Esta rendición al poder de Dios se erige como una de las verdades más profundas que he abrazado. Lo que Dios, y muchos de ustedes, me han enseñado es que esta rendición es una práctica diaria. No se logra en meses o años; más bien, es un proceso continuo, una renuncia diaria al control. Esto va más allá de la mera salvación; se trata de estar completamente rendido a Cristo y su poder, un viaje que todos los discípulos de Cristo deben emprender. Cada día, me despierto para rendirme de nuevo al poder de Cristo, adentrándome más en su amor, gozo y paz. Con cada rendición, hay menos de mí mismo y más de Cristo. Esto se traduce en un cambio desde la tormenta de mis deseos carnales hasta el tipo correcto de poder que fluye a través de mí. La verdad produce un inmenso poder, y la verdad absoluta engendra un poder ilimitado. Sin embargo, el peligro radica en simplemente escucharla sin tomar las acciones necesarias. La rendición diaria es imperativa para seguir verdaderamente a Cristo. La rendición de ayer es como el maná de ayer: no nos sustentará hoy. Cada mañana, mis rodillas deben doblarse de nuevo, buscando una orientación fresca de Cristo para el día que comienza. Los gestos superficiales y las oraciones mecánicas no bastarán. Para vivir una vida empoderada por Cristo, debemos morir a nosotros mismos diariamente, permitiendo que Cristo viva a través de nosotros. Esta verdad presenta una paradoja: cuanto más renunciamos a nuestro poder carnal, mayor poder alcanzamos; sin embargo, este poder no es de nuestra fabricación y no requiere nuestro esfuerzo para sostenerlo. El poder de la verdad de Cristo nos libera de las preocupaciones terrenales, otorgándonos niveles progresivos de libertad hasta que finalmente entregamos nuestro cuerpo terrenal y abrazamos el amor ilimitado de Dios para siempre. Amén. Su siervo en formación, Daniel M. 06 de marzo de 2024 POSDATA:Queridos amigos, si estas "Conversaciones con Cristo" diarias y transparentes te bendicen, visita www.SOLIDpastors.org, donde las encontrarás publicadas y un repositorio de todas, en inglés y español. Si alguna vez deseas charlar, puedes contactarme en [email protected]. Que Cristo te bendiga ricamente mientras tienes tus propias conversaciones íntimas y diarias con Él. Comments are closed.
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