Ser insultado puede ser una tremenda bendición y una gran oportunidad para el crecimiento espiritual de los seguidores de Cristo.
“No devuelvan mal por mal ni insulto por insulto; más bien, bendigan, porque para esto fueron llamados, para heredar bendición.” (1 Pedro 3:9 NVI) RESPONDIENDO A LAS OFENSAS En la comunidad cristiana, a veces ofendemos a otros, y a veces somos ofendidos. Cómo respondemos a estas ofensas a menudo determina el grado de unidad o desunión en el cuerpo de Cristo. Es fácil ver la falta de unidad en la Iglesia global hoy en día. Consideren cuántas denominaciones existen. Los seguidores de Cristo están lejos de estar unidos. También, consideren las luchas internas, divisiones y rupturas dentro de las denominaciones, donde hay dolorosa desunión. Finalmente, dentro de cada iglesia local, existen fuertes desacuerdos entre dos creyentes bien intencionados. Recientemente he escuchado que estos se caracterizan como situaciones de “Pablo y Bernabé”, pero mi experiencia es que son más que eso. Hay verdaderos insultos siendo lanzados de un lado a otro, desde la macro de las guerras de territorio denominacional hasta el micro ejemplo de dos líderes ministeriales en una iglesia local que no pueden llevarse bien. Cómo manejamos los insultos percibidos o reales impacta positiva o negativamente la unidad de los creyentes. Esta mañana, en mi tiempo de quietud, estaba leyendo en Juan acerca de la unidad que Cristo quiere que tengamos. Consideren sus palabras: “Yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente unidos. Así el mundo sabrá que tú me enviaste y que los amas como me amas a mí.” (Juan 17:23 NVI) RENUNCIANDO A MIS DERECHOS Para mí, prácticamente hablando, este concepto de sufrir por el bien es nuevo. Soy alguien que quiere ver hacer justicia. Si hay un insulto lanzado en mi dirección, real o imaginario, mi respuesta instintiva es abordarlo directamente. Por sutiles que sean, los insultos pueden herir. Ser menospreciado, por poco que sea, puede dejar una marca en nuestro corazón. Es tentador devolver el presunto ataque con uno propio. Pero hay un mejor camino que honra a Cristo y nos trae una gran bendición. Dios me está enseñando a renunciar a mis “derechos” y a sufrir en silencio en lugar de devolver insulto por insulto. Y, aún más, a orar por esa persona y bendecirla. Esto es verdaderamente transformador, y si todos pudiéramos hacer esto consistentemente, tendríamos una unidad mucho mayor en el cuerpo de Cristo, la Iglesia global de hoy. CONCLUSIÓN Ser herido en la comunidad cristiana es común. Todos somos pecadores. Incluso el seguidor de Cristo más bien intencionado puede herir a otro creyente. Cómo respondemos al sentirnos heridos afecta la unidad de los seguidores de Cristo. Abrazar la enseñanza de Cristo de devolver insultos con bendiciones cambia el juego, entre individuos, bandos dentro de las denominaciones y entre las denominaciones mismas. Su siervo aspirante, Daniel M. 20 de Febrero de 2024 POSDATA: Queridos amigos, si estas "Conversaciones con Cristo" diarias y transparentes les bendicen, por favor vayan a www.SOLIDpastors.org, donde las encontrarán publicadas, y un repositorio de todas, en inglés y español. Si alguna vez quieren charlar, pueden contactarme en [email protected]. Que Cristo les bendiga ricamente mientras tienen sus propias conversaciones íntimas y diarias con Cristo. Comments are closed.
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